martes, 25 de octubre de 2016

BALANCE GENERAL

Muy pocos meses antes de que Jesús Palomo nos dejase, trabajamos una letra sobre uno de mis poemas, como habíamos hecho, tantas veces, desde hace más de veinte años. Este fue el resultado. Ahora me atrevo a leerlo. Gracias por tanto buenos ratos, amigo.

Me he perdido en un manojo de rosas, ojos menudos miran desde el cristal.
Tiempos felices y amores no tantos, voy por el aire entre acordes de mar.
Caricias creciendo, fallo bajo canasta y siempre esta deuda cuelga de la pared.
En una esquina de los días que he olvidado se cuela el agua y no puede volver.


Debo y me deben más, buena gente al final.
Gracias, no hay de qué, agradezco y agradecen también.

Juego finito y salud en precario, sabor a gloria balance general.
Sigo perdido en las gracias del tiempo, buenaventura y sin dejar de fumar.

            Qué más da si no salen las cuentas
            los malos ratos se van a acabar.
            Salud contable hasta el nuevo balance,
            No se exige más de lo que te dan.

Me he perdido en un manojo de rosas, ojos menudos miran desde el cristal.
Tiempos felices y amores no tantos, voy por el aire entre acordes de mar.
Caricias creciendo, fallo bajo canasta y siempre esta deuda cuelga de la pared.
En una esquina de los días que he olvidado se cuela el agua y no puede volver.

Debo y me deben más, buena gente al final.

Gracias, no hay de qué, agradezco y agradecen también.

(Jesús Palomo/Alfonso Salazar)


sábado, 8 de octubre de 2016

GRANADA NOIR, 2

Con Clara Pelalver, Alejandro Pedregosa y Antonio Lozano, el día de apertura de Granada Noir, 2, en la Biblioteca de Las Palomas del Zaidín (Granada), de charla sobre el noir y la mala follá.


Foto de Laura Muñoz Hermida

FUERA DE LA LEY

Fuera de la Ley: Hampa, anarquistas, bandoleros y apaches.
Los bajos fondos en España (1900-1923)
La Felguera, 2016

LEER EN LOS DIABLOS AZULES


No es fácil seguir el rastro a La Felguera, al menos el rastro que el mundo de ahí afuera consideraría el real. Existe otro, el que ellos mismos cuentan: el de la sociedad secreta y sus comunicados, el fundamento de la resistencia cultural, el juego del secreto y la provocación, la historia de una revista que tuvo sus primeros números hace veinte años, y un puñado de agentes secretos, que son algo así como las bases en que se levanta su templo de conocimiento. El experimento pudo quedarse en uno de aquellos intentos de agitación en los tiempos de pre-internet y de deseo de colectivización social, cuando los sueños no se desparramaban por las redes sociales. Pero La Felguera, a diferencia de otros muchos cócteles que no soportaron el compromiso que exige el tiempo, persistió y se convirtió en una editorial rara, de esas que no viven en la búsqueda del mainstream, de esas que cualquier editor con dos dedos de frente llamará “romántica” en la peor de sus acepciones. La Felguera es la última esperanza indie. Se obcecaron para su catálogo en la larga fila de outsiders que caminaron entre nosotros, por eso se mueven entre revolucionarios, utópicos, fracasados, visionarios, pandilleros y asesinos.


Siempre es un buen momento para el lector inspirado visitar La Felguera donde puede encontrar raros libros de Burroughs, historias sospechosas de Valle Inclán o el affaire entre Conan Doyle y Houdini, por nombrar a vuelapluma tres pinceladas de su repertorio. Pero 2016 parece un año de consagración. Ha aparecido la imprescindible edición titulada Fuera de la Ley. En ella se trata del Hampa española, y de los anarquistas, bandoleros y apaches de principios del siglo XX. Entran a fondo en el forajido que sobrevivió en aquella España entre el Desastre de Cuba y el Desastre de Annual. Aquel país que existió entre ambos desastres era un país en convulsión: en tanto el resto del mundo se enfrentaba en una Guerra Mundial, Barcelona y Madrid se convertían en capitales del cabaré, el espionaje, el navajazo y la chulería.

Fuera de la Ley es una sucesión de reportajes entresacados de revistas y periódicos de la época elegidos con mimo y sentido de la oportunidad, estructurados a través de una serie de artículos de colaboradores de La Felguera –a buen seguro agentes secretos que quizá firmen con seudónimo- que a veces mantienen el tono reportero de hace un siglo. No hay equilibrio en el juicio -ni falta que hace- pues en muchos casos se trata de la opinión de aquellos que ya no están: los que salían a la calle lápiz en mano para relatar las miserias de las covachas, la alegría de la cocaína y el champán, el brillante reflejo de la navaja en el callejón. Ecos de Baroja, del mejor Eduardo Mendoza, incluso de Montero Glez o Luis Berenguer. El lector sacará sus propias conclusiones cuando se vea sumergido en la España apasionante de los años diez, aquella que supo sacar provecho del contrabando en unas u otras esferas; cuya clase obrera se organizó para librar a los obreros del yugo patronal –así se justificaban, así debe decirse- y sus patronos contrataron a pistoleros concienzudos para asesinar a líderes sindicales. En EEUU sucedería, pocas fechas después, una historia similar que Hollywood y la Ley Seca se encargarían de mostrar al mundo como una de las narrativas más apasionantes del siglo.

Como aquí no tuvimos Hollywood y cuarenta años silenciaron la realidad, aunque nos dieran a El Lute, era necesario recuperar la historia sórdida de los perdedores, de los ladrones y los asesinos. El libro se divide en diferenciadas partes: en primer lugar se nos muestra el hampa. Se nos presenta a nuestro Eliot Ness (o Sherlock, según se mire: Fernández-Luna) y a las tropas de golfos, chicos malos, ladrones y rateros organizados en categorías. Conocemos al mítico Fantomas, la Banda Negra y los lugares de querencia del hampa: cabarés, cafés cantantes, tabernas, cuevas… Aquí se incluye un estupendo archivo policial que señala la impresionante calidad de la documentación de la editorial. Cien hampones con sus fotos de frente y perfil, caracterizados antropométricamente y con cierto aire lombrosiano, con reproducción a mano de sus tatuajes más característicos, datos de delitos, arrestos, profesión y filiación entre otros. Lo más granado del hampa española al fin con rostro y datos.

Le sigue el enemigo número uno de la España oficial de los años diez y veinte. Los temidos anarquistas. Los que atentaban contra reyes y acababan con la vida de primeros ministros y emperatrices en balneario. Se comprendió como Sindicato –la CNT estaba recién nacida- que se organizaba en defensa de los trabajadores en huelga. Reseña importante la de La Canadiense y cómo el temor a la clase obrera organizada trajo la constitución del Sindicato Libre impulsado por la patronal. La star proletaria contra la browning burguesa, a tiros por el Raval o las Ramblas, era la real práctica de la lucha de clases. Aquí se añade una interesante lista negra de personas “asesinables” por las bandas promovidas por la patronal, con Pablo Iglesias -el de antes- a la cabeza (y Juan Peiró y Andreu Nin…) que bien pudo manejar el Barón König.

La cuarta parte se dedica a los bandoleros. No sin acierto se anuncia en la contraportada que en tanto en Barcelona se sucedían los acontecimientos de la Semana Trágica, en Andalucía resistían los bandoleros. Más de un intelectual anarquista buscó en el bandolerismo la legitimación de la acción directa. El bandolero como instrumento de redistribución de rentas, no con mucha suerte, sobrevivió en las sierras andaluzas hasta bien entrada la II República, como fue el excepcional caso de Pasos Largos. Pero los primeros años del siglo veinte fueron años de las partidas del Bizco Borge, el Melgares, la del Vivillo. Ver en el libro la foto del Pernales y el Niño del Arahal recién acribillados y considerar que es casi contemporánea a las de las protestas ciudadanas por la ejecución de Ferrer i Guardia aseguran que se trata este de un país que hace mucho tiempo ya vivía en dos velocidades.

Por último se rinde visita al espécimen importado: el temible apache parisino, émulo glamuroso del hampón nacional. A uno le queda la duda de si la movilización policial de la época fue motivada por la moda importada, la fascinación del tatuaje exótico, la peligrosidad callejera, o sencillamente por la inaceptable sustitución del chorizo nacional por unos gabachos malcarados. Imperdible la entrevista a la “reina de los apaches”.

Se cierra esta completísima documentación –no sé si he elogiado suficientemente la labor de recolección de fotografía- con un diccionario criminal preparado por un guardia civil en 1929, Pedro Serrano que nos muestra cómo el lenguaje sigue vivo entre nosotros, como el habla del hampa pervive en algún lugar de nuestro espíritu social.

Fuera de la Ley es ese tipo de libros al que uno siempre vuelve: adonde está la aventura.

Alfonso Salazar