sábado, 20 de febrero de 2016

STAR WARS: FILOSOFÍA REBELDE PARA UNA SAGA DE CULTO

Inicio una colaboración con Los diablos azules, de InfoLibre, que espero nos dé mucho que leer.

Star Zars: Filosofía rebelde para una saga de culto
Carl Silvio/Tony M. Vinci (eds)
Errata Naturae, 2015

LEER EN LOS DIABLOS AZULES


En el año 2007 Carl Silvio yTony M. Vinci, dos seguidores de la saga Star Wars recopilaron en un libro diversos ensayos de especialistas norteamericanos, de áreas muy diversas, para reflexionar sobre el fenómeno. Por entonces conocíamos una trilogía, denominada “original” y una segunda o “precuela”. En 2007 Star Wars era presentado como un mito cultural, pleno de simbolismo, que había pasado del mero entretenimiento entretejido de universos imaginarios y merchandising a ser objeto de reflexión, en la línea abierta por una cultura post-pop que busca significados trascendentes en todos los significantes. El pasado mes de noviembre la editorial Errata Naturae, siempre atenta y atrevida, tuvo la feliz y oportuna idea de publicar este trabajo compilatorio y ofrecerlo a los lectores españoles con la traducción de Miguel Ros González. Es buen momento repasar lo pasado cuando se avecina el futuro en Star Wars.


El libro consta de ocho ensayos, que van desde la interpretación de la influencia del capitalismo tardío en la configuración de la saga, hasta las distintas versiones del feminismo que destilan una y otra trilogía. El motor de la recopilación ensayística se centra en la comparación de aquella serie de películas de finales de los 70 e inicios de los 80 y aquella otra que cruzó el umbral del siglo XX al XXI. Entre una y otra no sucedieron pocas cosas en este pequeño planeta de esta otra galaxia tan, tan cercana: pasaron Reagan y Thatcher, cuyas políticas allanaron la imposición de la versión avanzada del capitalismo actual; la Perestroika, la caída de la Unión Soviética y su cinturón de acero; la proclamación de Fukuyama del fin de la historia; y el 11-S, el terrorismo internacional y la justificación de las guerras de castigo contra las guerras santas. No debe sorprendernos que ambas trilogías sean tan diferentes, cuando nacen en circunstancias históricas con diversas versiones del sistema capitalista, en constante descarga de actualización. Nos lo avisa Silvio: hemos presenciado la sustitución de la fabricación por la producción y el intercambio de servicios e información, la descentralización, el sometimiento de la cultura humana a la lógica del capital y una tecnología cada vez más compleja y dominante, de la que casi todo pende, y hemos sobrevivido en el capitalismo global, en el tardocapitalismo, capitalismo de tercera fase, postindustrial, multinacional, o como queramos llamarlo, pero siempre "la forma más pura de capital que jamás haya existido", según Frederick Jameson. Que George Lucas se hubiese sustraído a esta influencia de evolución capitalista habría sido un exceso que la industria del entretenimiento no se podría permitir, y que acaso la reconocida ambición del cineasta no habría consentido. Sea en el discurso de género, en la sexualidad, el racismo, la religión o el feminismo -que son algunos de los asuntos tratados por esa variada selección de colaboradores- cada trilogía se puso al ritmo que marcaban los tiempos, modificándose según la demanda de los fans, la corrección política o siendo un borroso espejo simbólico del periodo que entonces vivimos, como pretenden demostrar algunos de estos breves ensayos.

Silvio y Vinci, que abren la selección, se centran en las circunstancias políticas, económicas e históricas que marcaron el surgimiento de cada trilogía, para reinterpretar qué quiso decir George Lucas en tal película, en tal suceso, en cual escena y para señalar, sobre todo, qué pudimos entender entonces y qué entendemos ahora. No solo tratan acerca de los reajustes del capitalismo, sino del enfrentamiento entre el elogio de la individualidad, el héroe solitario de la trilogía original, y el fracaso colectivo de la precuela, mostrado en la caída de la República y el advenimiento del Imperio. Interesante es el cambio que sufre la consideración de la Fuerza entre una y otra trilogía, que pasa de ser una intuitiva energía que conduce a la bondad a mostrarse como una sustancia en la sangre medida en midiclorianos y que se transmite entre generaciones, como un material genético único cuyo nivel celular te lleva hacia el oficio de jedi, irremediablemente. Hermosa metáfora de cómo medimos ahora, cómo medíamos entonces.

Quien esto escribe se alimentó en la primera adolescencia de aquella primera entrega, cuando aún era solamente La Guerra de las Galaxias; pasó de puntillas por la segunda oleada; y aún no ha entrado, por un exceso de desconfianza quizá, en la tercera que se avecina. No ha frecuentado los universos paralelos y expandidos de Star Wars que se han extendido más allá de las fronteras de la Federación. A través de internet, se lo aseguro, pueden visitarse extensos y procelosos estudios que profundizan en un enjambre de intertexto, wikia, fandom, que adormecen, asustan y resultan casi tan inexplorables como el agujero negro que hay en el centro de la Galaxia. En todo caso, un panorama de opinión y acumulación de información difícilmente abarcable para un solo ser humano, es decir, tal y como a día de hoy resulta el conocimiento, sea tecnológico o económico.

Pero es interesante discutir si Lucas fue el tremendo profeta del entretenimiento, el recuperador del cine de aventuras, el creador de un nuevo universo, lejano, muy lejano, o simplemente el vendedor de una sucesión de clichés, que pasó por el aro de la industria del entretenimiento, de la exigencia del fan y del discurso oportunista. Es indudable que Lucas, como reconoce en un reciente documental de Laurent Bouzereau, bebió de las funciones de Vladimir Propp, aplicó el viaje del héroe de Campbell y jugó con los arquetipos junguianos, piezas que combinadas son fundamento –con ilusión y recursos- del éxito comercial o el best séller, por su larga herencia y su suave fusión con el imaginario colectivo. Pero no es en vano que los colaboradores de esta compilación de breves ensayos mencionen a Marx, a Freud , a Benjamin, a Althusser… Reflexionar sobre los fenómenos de la cultura popular requiere basarse en la producción de pensamiento que marcó el siglo XX y siempre procede cuando desmenuzamos el cine más o menos sesudo y la producción televisiva de mayor calidad, punto en el que convergen las áreas de conocimiento y aparece la piedra de toque para la reflexión. Y se agradece este esfuerzo, este ponernos a pensar desde lo particular a lo general, y provocarnos el interés por lo que se avecina: una trilogía-secuela hecha desde el capitalismo en fase terminal, desigual y salvaje.

Alfonso Salazar

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