domingo, 29 de abril de 2012

EGEA 1952-2012


FELIZ CUMPLEAÑOS, QUISQUETE

Hoy se cumplirían lo sesenta años de Javier Egea, Muchos seríamos felices de celebrar este día como lo hicimos cuando fueron sus 40, por ejemplo. Pero siempre siempre siempre.


Lo que pueda contaros
es todo lo que sé desde el dolor
y eso nunca se inventa.

Porque llegar aquí fue una larga sentina,
un extraño viaje,
una curva de sangre sobre el río,
mientras todo era un grito
y ya se perfilaba resuelto en latigazos
el crepúsculo.

Las historias se cuentan con los ojos del frío
y algún sabor a sal y paso a paso
-lengua y camino-
porque la sangre se nos va despacio,
sin borbotón apenas,
desmadejadamente por los labios.

Las historias se cuentan una vez y se pierden.

(Troppo Mare, Javier Egea, uf, múltiples ediciones)

viernes, 27 de abril de 2012

27 de abril 2012

Hoy, 27 de abril, Ramón Repiso, Javier Benítez y el de este blog recitarán versos de Javier Egea en el Palacio de Quinta Alegre de Granada, a eso de las 7 de la tarde.


miércoles, 25 de abril de 2012

20 años no es nada?

Se cumplen veinte años de una serie de recitales que Javier Egea y el que suscribe realizamos por distintos institutos de enseñanza de la ciudad de Granada. Era 1992, se cumplían los 50 años de la muerte de Miguel Hernández en la cárcel de Alicante y los 100 del nacimiento de César Vallejo. Tato Rébora, de La Tertulia, tuvo la sana ocurrencia de invitarnos a Javier y a mí (yo no tenía ni 24 años) a enrolarnos en esa aventura de recitales en homenaje a los poetas. Recuerdo que se hizo un vídeo, que debe andar por algún recodo de la red que no encuentro. Me acuerdo ahora, cuando se cumplen esos veinte años, cuando Javier entonces cumplió los cuarenta. Cuando el próximo domingo 29 de abril cumpliría 60. Se le echa de menos aún.







Eran tiempos muy duros. No era fácil vivir.

Por eso madrugué por los despachos,
volví mañana, les expuse el caso
y conseguí un empleo para ella:
tras mirarla a los ojos –al menos eso dijo-
le entregaron la llave más preciada,
pusieron a su cargo el alumbrado.

Yo hice lo que pude, lo que en mi mano estaba.

Y no la he vuelto a ver:
aquella misma noche me cortaron la luz.

(Paseo de los Tristes, Javier Egea)

jueves, 5 de abril de 2012

EL RASTRO DEL NEGATIVO


Aquel primero de diciembre la casa estaba más fría que de costumbre. El fotógrafo reanimaba el fuego con las fotografías sobrantes, las malas tomas, la luz importuna, el resultado imperfecto, quemar lo que no sirve.
Luego abrió la caja de negativos y miró al trasluz las imágenes de su memoria. Olía mal.

(Arriba, lloraba alguien)

Seleccionó los negativos dispuestos a la chimenea, al agujero de fuego y la consumición. Junto a la estufa los recortó y los seleccionó por momentos y recuerdos. Tomó aquel negativo y lo puso cerca de las llamas para ver al trasluz.

(Alguien bajaba la escalera)

La luz del fuego mostraba el pelo blanquecino y una sonrisa radiante en una playa feliz: el calor ya deformaba el plástico.

(Cuando miró hacia atrás ella le miraba con ojos de rabia, sin sonrisa ni playa. Y tenía ahora el pelo cano y ojeras).