lunes, 20 de diciembre de 2010

MOURINHO SEGÚN SEGUROLA

La revuelta de un consentido

lunes, 20 diciembre 2010, 15:29

Era cuestión de tiempo –de muy poco tiempo- que Mourinho se revolviera contra su club. Hubo un anticipo en su delirante intento de compaginar su trabajo en el Madrid con el de seleccionador de Portugal, capricho que vendió como un acto de servicio a la patria. Lo justificó por la exigencia de su hiperactiva naturaleza, que le impide estar mano sobre mano cuando se detiene el calendario de la Liga española. (IR AL ARTÍCULO EN MARCA.COM)

sábado, 18 de diciembre de 2010

lunes, 6 de diciembre de 2010

AMOR Y ODIO

"(…) La activación o el silenciamiento de algunos genes son importantes a la hora de estimular la producción o no de ciertas hormonas que puedan propiciar determinados sentimientos hacia las personas (…). El afecto, el amor (o el odio) son patrones dinámicos de múltiples variables que penetran las interacciones sociales y que pueden conducir a coherencias en la vida social altamente operativas (Maturana y Varela, 1992: 247)175."

Nota 175 Amor y odio comparten estructuras cerebrales como el putamen y la ínsula. Sin embargo mientras el amor y la ira desconectan las áreas límbicas implicadas en el juicio, la planificación, el odio apenas lo hace. Se diferencia con el amor, la ira, el enfado, en que coexiste la planificación y la ejecución (Zeki & Romaya, 2008). Por algo dicen que la venganza se sirve en plato frío.

(Eugenia Ramírez Goicoechea en Evolución, cultura y complejidad)

EL EXPERIMENTO DEL DOCTOR ROSENHAN

"Este estado de cosas tuvo su cenit con la experiencia llevada también a cabo, hace ahora treinta años, por el Doctor Rosenhan y que publicó la revista Science. Rosenhan logró que ocho personas, todas ellas consideradas normales en cuanto a su salud mental, se hicieran pasar por enfermos mentales y fueran ingresadas en varios hospitales psiquiátricos a lo largo y ancho de Estados Unidos. En aras a asegurar su ingreso en los hospitales, estas personas simularon algunos síntomas esquizofrénicos y, efectivamente, fueron diagnosticadas de esquizofrenia y admitidas en el hospital. Una vez ingresadas, estas personas desarrollaron una conducta normal en todo momento; es decir, hablaban y se conducían a diario sin hacer absolutamente nada para parecer enfermos. Sorprendentemente tanto lo médicos y las enfermeras como el personal asistencial de cada uno de estos hospitales trató a estas personas como si fueran verdaderos pacientes esquizofrénicos y explicaron su conducta en términos de los que se suponía era esa enfermedad mental. Y aunque, como digo, los falsos pacientes se comportaron en todo momento como personas normales (que es lo que eran), para mucho de ellos fue difícil obtener el alta del hospital. Y, al final, cuando esto fue posible, el parte de alta no expresó un reconocimiento de salud mental recuperada, sino con el diagnóstico “esquizofrenia en remisión”. “Está claro” -señaló Rosenhan en aquel momento- “que no somos capaces de distinguir un enfermo mental de alguien que no lo es". Esta publicación suscitó una gran polémica en aquella época.”

(Francisco Mora en ¿Enferman las mariposas del alma?)

sábado, 4 de diciembre de 2010

ANÁLISIS DEL GUIÑO


"Consideremos, dice el autor, el caso de dos muchachos que contraen rápidamente el párpado del ojo derecho. En uno de ellos el movimiento es un tic involuntario; en el otro, una guiñada de conspiración dirigida a su amigo. Los dos movimientos, como movimientos, son idénticos; vistos desde una cámara fotográfica, observado “fenoménicamente” no se podría decir cuál es un tic y cuál es la señal ni si ambos son una cosa o la otra. Sin embargo, a pesar de que la diferencia no puede ser fotografiada, la diferencia entre un tic y un guiño es enorme, como sabe quien haya tenido la desgracia de haber tomado el primero por el segundo. El que guiña el ojo está comunicando algo y comunicándolo de una manera bien precisa y especial: 1) deliberadamente, 2) a alguien en particular, 3) para transmitir un mensaje particular, 4) de conformidad con un código socialmente establecido, y 5) sin conocimiento del resto de los circunstantes. Como lo hace notar Ryle, el guiñador hizo dos cosas (contraer su ojo y hacer una señal) mientras que el que exhibió el tic hizo sólo una, contrajo el párpado. Contraer el ojo con una finalidad cuando existe un código público según el cual hacer esto equivale a una señal de conspiración es hacer una guiñada. Consiste ni más ni menos, en esto: una pizca de conducta, una pizca de cultura y –voilá- un gesto."

(Clifford Geertz, en La interpretación de las culturas)

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